Por Ruben García Cebollero
Después de la cena familiar apareció el empacho, pesado como los chistes de San Pedro que pretendían ser irónicos, y el vértigo angustioso del reloj. Allí estaba Mamá Noel, sonriendo tras el pino navideño. Justo por detrás de la suegra. Y cuando fue a tocarla, se pinchó.
Jesús sonrió a su hermano: "Yo soy de los reyes magos". El diablo, con lo que le quedaba de la muñeca hinchable, miró a María, a José, al espíritu santo y a Dios Padre y contestó: "Yo soy de Mamá Noel".
Y cada año me la dejáis sin carne, añadió.
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