sábado, 11 de abril de 2009

DESDE EL PENULTIMO RINCON DE MI ESPEJO




Por Rubén García Cebollero


Desde el penúltimo rincón de mi espejo está dedicado a Franz Bürk, padre de la autora, y a Javier Sierra. Está dividido en 3 partes: la primera, compuesta de epístolas y relatos; la segunda, de poemas; y la tercera, de reflexiones.

La primera epístola es la Carta de Papá quien desvela algunas ideas básicas de la hija, la autora, en torno a los errores, el azar, el destino y el asombro. En “La carta secreta de W.A. Mozart”, que ganó el Primer premio de cartas de amor, de Coria, en 2007, el personaje del niño descubre la crueldad del mundo de los adultos.

Desde el penúltimo rincón de mi espejo es un libro cargado de amor, pero el amor auténtico duele. En relatos como Al final de una búsqueda, o La leyenda de Withlit o Roussian Roulette, como en aquellos dedicados a la espiritualidad divina y al ángel caído, Claudia Bürk nos invita a descubrir los misterios, ciertas cosas quedan no dichas, mi inquietud es buscarle palabras a todo.
Algunos de los relatos del libro se inician con tal maestría, por ejemplo, el cementerio, que vale la pena reproducir al menos las tres primeras frase: No sé exactamente cómo llegué allí. Estaba nevando. Era la primera nevada del año…Prosa sencilla, comprensible, con suficiente profundidad para demostrar que “nunca se conocen las verdaderas intenciones, hasta que surgen”.

La escritura del libro es consciente, como el personaje que aconseja no leer a Camus, pues las cosas se aceptan o se cuestionan, y tiene sus consecuencias. Claudia afirma que Camus te quita el encanto. Te deja desencantada. Puede ser tóxico. Te roba el encanto, el asombro, te sitúa ante la nada absoluta.

La escritura de Claudia está más cerca de la belleza de Rilke, tal vez porque conoce bien la lengua, el alemán, que la alumbra. Quizá porque hay que saber aceptar la derrota, y aceptarlo todo, hasta el final. No queda otra. La rebeldía no es nada. Todo al fin y al cabo fluye hacia el amor.

Destaca la ironía de los personajes como el que expone que habla con Dios, a la madre superiora, “me llama por teléfono”, las lecciones de amor que nos recuerdan que nada es lo que parece y nada es real, las reflexiones que nos invitan a mirarnos a nosotros mismo como enigmas, a querer ser en vez de querer tener, a sentirnos responsables de nuestro destino; pues todo es como es, todos estamos aquí para errar y fracasar, y todos debemos confiar en nosotros y nosotras.

Pronto alguna editorial potente, una de las grandes, fijará la vista en ésta voz, vallisoletana de Alemania, que impresiona con la sensibilidad de las huellas en la arena y que, como señala Javier Sierra, nos desvela su primer mapa íntimo del mundo.

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