martes, 14 de abril de 2009

El refugio 307


(Óscar Sotillos, a José, él sabe por qué)

El refugio antiaéreo nº 307 de Barcelona se abre a los pies de la montaña de Montjuïc. La guía que nos lo mostró insistía en que era un refugio de lujo. Para empezar, la montaña de Montjuïc está hecha de una roca fácil de picar, los refugios del barrio de Gràcia, por ejemplo, fueron horadados en pizarra, por lo que construirlos debió de ser un trabajo hercúleo. Además, la montaña está surcada por ríos subterráneos, y al abrir una de las galerías los obreros toparon con una fuente natural, por lo que si fallaba la red de aguas, allá nunca faltaría el abastecimiento. Mientras esperábamos para entrar el sol nos derretía la paciencia, por eso nos extrañó que la guía fuera a buscar una chaqueta. “Dentro hace frío, mucho frío” nos dijo, y no le faltaba razón. Nos internamos unos metros mientras nos situaba en los años de la guerra. La ciudad tenía unas defensas ridículas para hacer frente a los ataques aéreos, así que se crearon docenas de refugios para guarecer a la población civil.

El refugio estaba pensado para albergar unas 1200 personas. No estamos hablando de un agujero excavado en la tierra, nos decía, sino de un sistema de galerías de más de 200 metros, sistemas de ventilación, iluminación, letrinas, alcantarillado… Todo un lujo, si olvidamos, claro está, las razones por las que la gente se hacinaba en ellos. El cálculo era preciso: lleno de gente el refugio tenía aire para una hora. Después, el ambiente empezaba a enrarecerse.

El sr. Josep había pagado la entrada delante de mí. Cuando la guía hizo una pausa levantó la mano y preguntó si se podía sentar un rato. Fuimos hasta una galería que tenía unos bancos y nos explicó que de niño había puesto su granito de arena para construir el refugio. El cura de la parroquia había organizado al grupo de la catequesis y habían cargado los bancos de la iglesia hasta el refugio. Jugaban a que eran camilleros en el frente mientras veían a los hombres afanarse para acabar las obras. La guerra estaba lejos y todo era emocionante. Había bajado al refugio docenas de veces y siempre había encontrado gente yendo y viniendo ocupados en mil quehaceres, pero después fue distinto: 1200 personas apiñadas temiendo que las paredes cediesen no era el mejor ambiente para imaginarse juegos. Las familias ocupaban su porción de espacio cargadas con un equipaje improvisado por si al salir del refugio su casa se había convertido en una montaña de escombros. El sr. Josep recordaba a una mujer que bajó con su vajilla de porcelana como si fuera su tesoro más preciado. Las bombas caían lejos, pero una de las baterías antiaéreas estaba en la falda de Montjuïc, justo encima del refugio. Cuando empezó a disparar parecía que perforaran la tierra. La mujer se asustó tanto que se le cayeron las tazas y se hicieron añicos contra el suelo. Hasta aquel día el sr. Josep no había conocido el miedo. Era un niño sin pesadillas ni monstruos que acecharan debajo de la cama o dentro del armario, pero aquel día el silencio de aquella multitud era un lodo que le pesaba sobre los párpados. Nadie hablaba, nadie miraba a la pobre mujer que intentaba recomponer la porcelana de su angustia mientras seguían los cañonazos. Pese al calor asfixiante el niño Josep sentía que el sudor de su cuerpo era frío, que sus manos estaban heladas y su corazón encogido.

"¿Y qué siente ahora que ha vuelto al refugio después de tantos años?" preguntó una mujer que formaba parte de la visita. "Nada. Pensaba que me iba a afectar, pero pesa mucho más el recuerdo de mis amigos jugando a que éramos camilleros. ¿Sabe? La gente que dice que con Franco se vivía mejor, no saben lo que dicen, y no crean que estoy haciendo política. Lo que pasa es que entonces éramos jóvenes, y es tan hermoso ser joven que somos capaces de olvidar todo lo demás."

4 comentarios:

José García Obrero dijo...

Gracias, Óscar. Me han venido un montón de imágenes, de carreteras y de buenos momentos compartidos. Un regalo.

Un abrazo.

Beatriz dijo...

Bueno, Óscar, precisamente en el 73º aniversario del día de la declaración de la República. Eso es deliberación o serendipia?

:)

R.P.M. dijo...

Bonito. Me quedo con el final que está cargado de razón: con juventud encima la vida pesa menos, mucho menos.

Anónimo dijo...

palabrita de ninyo jesus que no habia caido en la cuenta. de hecho la historia es vieja; surgio de una conversacion con jose y de ahi a las paginas virtuales de 7 voces en un dia como... ayer.
saludos republicanos!!!