El folio no tiene nombre. La identificación se resume en una etiqueta con un código de barras. Es una mercancía que tiene un valor. Se están vendiendo números y letras que cifran el esfuerzo. Pero aquel cuadernillo carecía de mercancía, no contenía ni números ni letras. Tan sólo un dibujo: el dedo corazón apuntando al cielo mientras el pulgar, cruza la palma de la mano y sujeta el resto de compañeros dediles.
- ¡Esto es una falta grave, un insulto! –clamaron los miembros del Tribunal, encargado de corregir y valorar la mercancía.
- ¡Identifíquese al alumno y aplíquese una sanción! –propuso el presidente del Tribunal.
- ¡Localicemos al Centro de procedencia y pongámoslo en antecedentes! –propuso el Secretario.
Se llevaron a cabo las pesquisas y se citó a la alumna tras la oportuna identificación, que correspondió a una dulce muchacha de cara angelical y rostro umbrío por la pena.
“Sólo Dios, que está en las alturas, sabe el esfuerzo que he tenido que hacer para llegar aquí y caer vencida por el peso de una responsabilidad y la adversidad de un sistema que no contempla variables personales de resistencia, equilibrio y emoción” – así explicó la de angelical rostro su expresión gráfico-plástica denominada dibujo (Vid. supra)
Los sesudos miembros del Tribunal, no se sabe si atraídos por el aura angélica que adornaba estas palabras, o por lo inesperado del discurso, decidieron soslayar el problema, restando importancia al mismo. Enmarcaron el susodicho –supra dictum- dibujo y elevaron a su autora a categoría de pintora novel pero con una gran capacidad de comunicación visual.
Ahora, expone en grandes salas; vende sus cuadros y ahorra esfuerzos. ¡Ah! Y también tiene la Selectividad aprobada.
- ¡Esto es una falta grave, un insulto! –clamaron los miembros del Tribunal, encargado de corregir y valorar la mercancía.
- ¡Identifíquese al alumno y aplíquese una sanción! –propuso el presidente del Tribunal.
- ¡Localicemos al Centro de procedencia y pongámoslo en antecedentes! –propuso el Secretario.
Se llevaron a cabo las pesquisas y se citó a la alumna tras la oportuna identificación, que correspondió a una dulce muchacha de cara angelical y rostro umbrío por la pena.
“Sólo Dios, que está en las alturas, sabe el esfuerzo que he tenido que hacer para llegar aquí y caer vencida por el peso de una responsabilidad y la adversidad de un sistema que no contempla variables personales de resistencia, equilibrio y emoción” – así explicó la de angelical rostro su expresión gráfico-plástica denominada dibujo (Vid. supra)
Los sesudos miembros del Tribunal, no se sabe si atraídos por el aura angélica que adornaba estas palabras, o por lo inesperado del discurso, decidieron soslayar el problema, restando importancia al mismo. Enmarcaron el susodicho –supra dictum- dibujo y elevaron a su autora a categoría de pintora novel pero con una gran capacidad de comunicación visual.
Ahora, expone en grandes salas; vende sus cuadros y ahorra esfuerzos. ¡Ah! Y también tiene la Selectividad aprobada.
1 comentario:
Hombre, Rufino. Mira que tu regreso también se ha hecho de rogar, eh? Welcome back!!!
Jaja, es tu dedo el del detalle gráfico-plástico del post? Qué erudita la alumna, no? Bueno, sí, give them the finger y a veces, a veces sólo, la jugada te sale incluso bien. En qué salas expone la susodicha con tal coraje dactilar?
Beso;-)
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