Por Ester Astudillo
En mi capilla pequeña.
En mi abrazo maniquí.
En la leyenda sin príncipe.
En mi albedrío azul, yo te tengo.
En mis horas cuarteadas.
En mi altocúmulo gris.
En mi espasmo sin dueño.
En el frío bemol de ciudad, te tengo.
Te tengo en mi crisálida quieta.
En el bies de mi huella convexa.
En el mar calvo y senil
de mi ventana diaria.
Te tengo en la china que acierta en mí
a ras de suelo en cada calle.
En el vacío estrecho
que vela mi extrarradio.
Como una ausencia viajera,
en la espada doblada del mundo,
en cada rincón de arena abatida.
¿En qué nimbo andas tú,
que ignoras que te debes sólo
al roto ahorcado de mis besos?
En mi abrazo maniquí.
En la leyenda sin príncipe.
En mi albedrío azul, yo te tengo.
En mis horas cuarteadas.
En mi altocúmulo gris.
En mi espasmo sin dueño.
En el frío bemol de ciudad, te tengo.
Te tengo en mi crisálida quieta.
En el bies de mi huella convexa.
En el mar calvo y senil
de mi ventana diaria.
Te tengo en la china que acierta en mí
a ras de suelo en cada calle.
En el vacío estrecho
que vela mi extrarradio.
Como una ausencia viajera,
en la espada doblada del mundo,
en cada rincón de arena abatida.
¿En qué nimbo andas tú,
que ignoras que te debes sólo
al roto ahorcado de mis besos?
4 comentarios:
Vaya, veo que soy la primera en entrar. Bonito tema, el da las retóricas, que es algo así como decir muchas cosas sin que se note, o no decir nada aunque parezca que se ha dicho de todo. No sé que pretenderá la señorita, si una cosa o la otra.
La cuestión es que no estamos donde deberíamos estar, en Madrid, silbando al Zapatitos, como debe ser, con nuestro Ejército nacional, celebrando el día de la raza española y el día de las razas separadas, y nada del orgullo latino, que sin nosotros esos indígenas no hubieran hecho nada más que vivir en su tribu. Como ven, yo paso de retóricas, al grano, que el acné no se cura con cremitas, sino con cirugía mayor. Como en el 36.
Sor Renun
Sor Renun, cierre el pico. Las pazguatas como Vd. deberían tener prohibido el acceso a este tipo de textos. Voy a ver si se puede hacer alguna cosa para que sus ojos saltones de monja ignorante no manchen textos como éste. Qué sabrá Vd de retóricas, y menos en este territorio! Al Zapatitos y al otro, al de los brazos en cruz, que no recuerdo cómo se llamaba. Tiene donde elegir. Media hora de penitencia por cada uno. Se la impongo yo, que fe penitencias, aunque Vd. no se lo pueda ni imaginar, sé un rato largo.
Ya a ido a besar el pilar con la bomba cerniéndose como una sombra sobre los crédulos imberbes que van a visitarla? Cualquier día de éstos da una sorpresa, y van a conocer al mesias rápido rápido, mucho antes de lo que pudieran imaginarse. Feliz viaje, y a volaaaaaaaar!!!!
Las preguntas retóricas son como los dados de Mallarmé, que jamás abolirán el azar, pero tampoco caerán en el vacío. En cambio Gadamer confiaba ciegamente en la capacidad infinita de una pregunta bien formulada. Pero la vida no es matemática (ni siquiera la gramática es matemática para dolor de cabeza provocado por inferencias y presuposiciones, verdad Rufino? Ni para dolor de muelas de sor renun, claro, que querría un mundo bien definido, como los de antes). En todo caso el nimbo ese debe de estar lleno de preguntas caídas en un vacío elástico, como el himen del universo, un agujero negro que espera, algún día, a encontrar el eco de una respuesta. Mientras tanto, la poesía y por extensión el arte, son su caja de resonancia.
Qué poético, Óscar, de buena mañana en un día como hoy!
Desde luego, ni la vida ni el lenguaje son matemáticos. Ahí el problema irresoluble de los diseñadores de IA para pretender reproducir la mente humana, que aunque nos empeñemos, dista tantísimo de la lógica. Porque los humanos podemos hacernos preguntas retóricas sin esperar respuesta, que es lo más antimatemático y antilógico que se puede esperar de ningún sistema de conocimiento.
Mmmmm, el himen del universo, qué bonito y qué acertado.
Gracias por la delicadeza de tu mirada.
Besazo;-)
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