miércoles, 31 de marzo de 2010

El amaestrador de loros

Por José G. Obrero

A Juan José F.

Tengo un amigo. Un tipo peculiar que amaestra loros desde que tiene uso de razón. Con mucha paciencia consigue que estas aves vayan posándose en su hombro. Después, con la misma entrega se coloca alpiste en la boca y hace que los animalitos se la roben con dulzura. Dice que las mujeres son como los loros y que todo lo que sabe de ellas lo aprendió observando a sus pájaros. Y no extraño verlo cenando con chicas distintas en restaurantes de moda. Si te sientas en la mesa de al lado puedes escuchar como les dice: “amor” “amor, te quiero, amor” y las chicas al poco rato responden: “amor, amor, te quiero”. Luego, las rodea por la cintura y las mira fijamente para que le roben los restos que la noche ha dejado en sus labios. “Amor, amor, te quiero, amor” Van diciéndose camino de su apartamento. Siempre llega a casa con la boca ensangrentada.

4 comentarios:

Beatriz dijo...

Es lo que se merece el cabrito, como poco. Yo sé de otras zonas donde l@s lor@s podían haber saciado su hambre. El que juega con fuego, acaba quemándose!!!

Buena santa;-)

José García Obrero dijo...

Ester, es un poner. Al final nadie sabe a ciencia cierta quien amaestra y quien repite como un/a loro/a, normalmente amaestrador-a y loro-a cumplen ambas funciones. Y eso sí: todos terminan con la boca como el rosario de la Aurora.

Beatriz dijo...

Si es que a todos nos chifla el juego, y esa ley... no hay quien se la salte, por mucho que lo intente!!!

José García Obrero dijo...

Qué sería la vida sin el juego? Carne cruda.

Un beso y buenas vacaciones.