miércoles, 9 de junio de 2010

Circo

Por José G. Obrero


Qué buen funambulista sobre tu filo.
Camino con firmeza, mirada al frente
y nada me detiene, ni la brisa del norte
ni el grito de las niñas que esperan
el zarpazo.
Impertérrito ante las amenazas,
soy el preso musculado que ejercita
su soledad hasta domarla,
dócil como un perrito que lame al amo.
Filo de mis ideas
cómo cortas los pies pero camino,
a veces troto incluso, mirada al frente
y nada me detiene. Burbujea la sangre
y hace cosquillas, y río sin caer.
A veces río.

3 comentarios:

Carso dijo...

y que no te abandone nunca esa risa.

José García Obrero dijo...

Y que nos echemos muchas juntos...(Ya queda poco).

Mercè Mestre dijo...

Me ha recordado El funámbulo de Jean Genet:

"...y Camilla Meyer, que venía del otro extremo, llegaba sobre el alambre horizontal. Tomaba la silla, que se apoyaba en tan sólo dos de sus patas sobre el alambre y se sentaba. Sola. Descendía así, sola… abajo, debajo de ella, todas las cabezas se mantenían agachadas y las manos tapaban los ojos. Así el público rehusaba esta cortesía a la acróbata: hacer el esfuerzo de mirarla fijamente mientras ella rozaba la muerte.
- Y tú, me dice él, ¿qué hacías tú?
- Yo miraba. Para ayudarla, para saludarla porque ella había conducido la muerte hasta el filo de la noche, para acompañarla en su caída y en su muerte."

Peligroso y bello.

Un abrazo, José