¿De qué sirve otra vez
sacudir el silencio con palabras
inútiles, lanzar mi llanto humano
contra el fugaz vacío?
¿A qué tanta blasfemia
y tanta desazón bajo mis venas?
¿Acaso no he entendido todavía
que no hay escapatoria al fin
de esta fatal vorágine de sueños
y tan sólo el amor
es capaz de obsequiarnos con un ápice
de lógica, de vino, de esperanza?
.
2 comentarios:
Hola Sergio,
al final siempre gana el amor!!! Bello poema.
Un abrazo,
Antonia
Gracias Antonia. Sí, es lo más cercano a lo imperecedero que podemos conseguir.
Un abrazo
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