miércoles, 4 de agosto de 2010

Banderas

Por José G. Obrero

Cuando Ernesto colocó la bandera de su país en el balcón con una sonrisa de orgullo, todo el vecindario se preguntó si, por fin, dejaría de arrojar las bolsas de basura desde la ventana.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Intento relacionar...

José García Obrero dijo...

Hombre, Cristina! Me planteaba el hecho de que enarbolamos con orgullo la bandera de algo tan abstracto como una "nación" y en comunidades de personas reales y tangibles (llámese trabajo, bloque de vecinos) todo esto se diluye y podemos ser unos cafres de tomo y lomo e importarnos muy poco el prójimo. Ej. ¿Darías la vida por tu país? Resp. Sí, señor (estamos hablando de millones de personas desconocidas) ¿Darías la vida por tu calle? Resp. Qué revienten, señor! (se trata de cincuenta personas).

Un abrazo.